He estado sin internet por mas de dos meses… al principio me sobrevino una sensación de ansia mezclada con una pizca de desesperación, incluso le dije a mi esposo que me sentía aislada del mundo… y es verdad, ya no sabia que pasaba con mis amigas, ya no podía platicar con él mientras estaba en el trabajo y yo en casa con nuestra pequeña en una casa nueva que parecía no llegar a tener cierto orden. Esa sensación que al principio me invadió, se fue disolviendo poco a poco gracias a ella: a nuestra pequeña nena. Ella no tenia prisa por saber lo que la gente publica en las redes sociales, ella lo que quería era verme por largos periodos de tiempo para aprender de mi.
Hoy ella tiene 7 (casi 8) hermosos meses de vida y hemos aprendido tanto… ya logra agarrar objetos, ahora prefiere estar sentada, de panza o tratando de gatear intentando agarrar cualquier objeto que se atreva a cruzarse en su camino, esta comiendo chayote como si se tratara de el mas rico manjar, ha aprendido también que la pera sabe mil veces mejor que la calabaza y que la ultima leche del dia viene después del baño siempre antes de dormir. Ha aprendido que yo siempre voy a regresar, que siempre estoy al pendiente de ella. Al principio me preguntaba cuando dormiría toda la noche y asi yo también descansar, ahora que lo hace, yo misma me despierto varias veces para ver que este bien.
Estos meses se me han ido como agua, pero los he disfrutado mucho, y aunque el quehacer del hogar nunca se acaba, ahora se que siempre tengo que darme el tiempo para disfrutar con ella la vida.
Nos costo mucho que ella llegara a nuestras vidas como para desperdiciar el tiempo en que la casa parezca de revista. Si recoge la casa, pero no pierdas detalle de su vida, para que cuando mires para atrás no te lamentes por perderte su etapa de bebe y para que un día, cuando ella me pregunte como era en ese entonces, yo pueda decirle con gran detalle cada día de luz que me ha regalado desde que llego a mi vida.
Gracias pequeña, porque gracias a ti recordé como se disfruta el tiempo despacito, sin prisas, sin angustias, y aprendí que puedo escribir de nuevo, pero contigo. Gracias por las tardes de ricos sueños que me has dado, gracias por dormir abrazada a mi.
Y mil gracias por estar sentada en mis piernas, alargando tus manitas al teclado, mientras yo escribía esto…